Pero
el propio día de su aniversario, Isabelle vivió la jornada más triste
de su vida. Hubiera deseado encontrarse suspendida en un sueño extenso para no atravesar semejante
disgusto.
Aquella
mañana ella estaba muy animada. Cantando acomodó las flores que le regalara su
enamorado, corrió las cortinas para que el sol entrara,
ordenó prolijamente los pocillos de porcelana en la vitrina… De
repente, sobre la pequeña mesa de lectura que formaba parte de la sala, vio la
libreta de anotaciones que él había olvidado. La tomó y se fijó que contenía
direcciones, nombres y fechas. Consideró que serían datos necesarios para
sus importantes casos, ya que era abogado, y no dudó en tomar un
carruaje con urgencia y acercarle el valioso objeto.
Al
llegar al despacho le extrañó que la puerta estuviera cerrada.
Pensó
que faltando tan solo un año para su casamiento, no tenía por
qué llamar a la puerta de ese despacho: ella no era una extraña, pronto
sería su esposa, por lo tanto, simplemente abrió y entró.
En
una de las oficinas contiguas vio lo que nunca hubiese querido ver, realmente
no lo podía creer. En un instante todas sus ilusiones se cayeron a
pedazos. Sí, ese mismo día, el de su aniversario de amor, encontró a Gérard en
pasión desenfrenada con otra mujer. Lo vio con sus ojos cerrados en
un largo beso, sus manos enormes acariciando aquella espalda y su respiración
agitada sobre esos senos.
¡Su
Gérard entregado a la pasión, pero esta vez no con ella!
Isabelle percibió miles de
sensaciones en la piel de aquella mujer al ser recorrida por esas adoradas
manos que le pertenecían, pero ahora eran desconocidas. ¿Cuánta
confusión se agolpó en su corazón? ¿Cuántos deseos de insultarlos?
Pero contuvo su ira y, aprovechando que no la habían visto ni oído,
se retiró en silencio. Se retiró con los ojos llenos de
lágrimas, con la certeza de que él ya no sería parte de su vida…
A
la mañana siguiente, después de una noche desvelada y en llanto continuo,
frente al tocador, ella se dijo a sí misma:
— ¡Qué
enorme fue tu felicidad de enamorada y que fácil se
derrumbó! Imprevistamente tu futuro se volvió incierto…
¿Hay
algo seguro en la vida? ¿Los seres humanos somos fieles al amor? ¿El amor es
para siempre? Todo eso pensó Isabelle mientras sentía que el mundo, su
mundo, se derrumbaba…
© Patricia Palleres
Basado en el cuadro: "El Tocador" de Edgar Degas
21 de marzo
¡¡¡Día de la Poesía!!!
y llegada del Otoño...